El amor es frágil. Y no siempre sabemos cuidar de él.
Solo nos queda dar nuestro mejor esfuerzo y esperar que este objeto frágil sobreviva a pesar de todo.

jueves, 20 de febrero de 2014

El Principito - Capítulo VIII

Caminaba entre las hojas de los helechos. Unos pequeños insectos atraían mi atención.
-Hola.
-¡Buen día, compañero!
-¿A qué juegas?
-¡A la vida, compañero! ¡No me queda mucho tiempo!
-¿Qué quieres decir? ¿Vas a morir?
-¡En algún momento, seguro! ¡Por eso disfruto cada momento al máximo!
-Disfruta, entonces, hermanita.
Más tarde descubrí que el insecto vivaracho era una efímera.

La vida de los adultos es muy corta; muchas especies viven menos de un día: emergen al atardecer y por la mañana han muerto,” decía el diccionario.

Un insecto que solamente vive un día su vida de adulto… Entonces, había usado casi un año según su punto de vista para hablar conmigo. ¡Qué amable! Y pensar que hay personas que se quejan de que no tienen tiempo…


Las efímeras viven un día, pero ese día es toda su vida. Las personas podemos vivir muchos años, pero esos años no son más que un suspiro en la vida de la Tierra. El tiempo depende siempre del punto de vista.

Es sencillo vivir cuando eres niño, porque la vida es un poco como la vida de las efímeras, viviendo el día al máximo de sus posibilidades. Somos quienes somos, amamos a quienes amamos, sentimos lo que sentimos, reimos lo que reimos.

Si miras las estrellas, verás luces que quizás ya no existan porque la luz de su muerte tarda un tiempo en llegar a la Tierra. ¡Tan cerca pero tan lejos…! La muerte es así, es un cambio inevitable, y necesario. Para que algo nuevo llegue, algo tiene que dejar su lugar. Lo mejor de todo es que casi nunca sabes cuándo o cómo va a llegar.  ¡Por eso es tan divertido vivir!
Cada día, una aventura nueva…



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